Mathias Goeritz

Obra sobre papel, maquetas y esculturas

 

Inauguración jueves 11 de noviembre a las 20.00 h.

Del 11 de noviembre al 7 de enero

 

La Caja Negra presenta por primera vez en España una selección de obras de Mathías Goeritz, representante  y testigo privilegiado de la vanguardia artística del siglo XX.

 

 

"Creo que habrá que rectificar muy a fondo todos los valores

 establecidos si se quiere llegar a un arte nuevo e importante. 

Sigo viviendo con la ilusión de un Arte Mayor.

Un arte que se desligue de la egocéntrica pequeñez de una ambición individual."

Mathias Goeritz

 

 

Nacido en 1915 en Danzig (hoy Gdansk), Goeritz recorrió el mundo para terminar instalándose en México. A lo largo de su vida y de sus viajes estuvo en contacto con algunos de los más importantes artistas del siglo XX desarrollando un trabajo propio individual, rico e interesantísimo con el que prefiguró muchos de los caminos por los que transcurriría el arte de la segunda mitad del siglo. Desde el surrealismo hasta la poesía concreta, pasando por el arte público y por el arte participativo, Goeritz fue un verdadero hombre del Renacimiento que dejó su impronta en sus obras y en su ejemplo. Sus colaboraciones con importantes arquitectos son hoy hitos de la arquitectura contemporánea.

 

La exposición Mathias Goeritz presenta una completa mirada sobre la variada obra de este carismático y polifacético artista.  Nacido en Danzig (hoy Gdansk) en 1915, Goeritz habría de recorrer un largo camino antes de aceptar la invitación de Ignacio Díaz Morales para dar clases de artes visuales e historia del arte en la facultad de arquitectura de la Universidad de Guadalajara. Mathias Goeritz llega a México con un doctorado en filosofía e historia del arte, al que se le suman un amplio contacto con la Bauhaus y con la Escuela de París, una estancia en Marruecos y otra en Santander -donde participaría en la fundación de la Escuela de Altamira junto con Ángel Ferrant, Eugenio d’Ors, Rafael Santos Torroella, Eduardo Westerdahl y Joan Miró.  Esta primera etapa está representada por un selecto conjunto de obras en las que ya se prefigura el aspecto lúdico y emocional que Goeritz propuso como fundamento de lo que el llamaría el Arte Mayor.  La confrontación de estos elementos con el funcionalismo que había permeado su educación artística darán origen a una visión del arte, que si bien se fundamenta en la abstracción, no dejará nunca de lado los aspectos expresivo y emocional originarios en el acto creativo. Ello es evidente en el conjunto de maquetas y esculturas  que se presentan en la exposición y en las que el trabajo de los materiales se presenta como un experimento manual-emotivo: esculturas compuestas por varios elementos que -como los cubos de construcción infantiles- pueden ser reordenados  ad infinitum.  

Destacan también las esculturas y serigrafías que forman parte del proyecto del Museo Experimental El Eco, un verdadero hito en la transgresión de los lenguajes plásticos en México. Se trata de una obra arquitectónica influenciada por el trabajo de Luis Barragán y que se plantea como una especie de escultura habitable, un claro ejemplo de la arquitectura emocional que Goeritz confrontaba con el funcionalismo imperante.  Con El Eco, Goeritz cuestiona -desde la utopía vanguardista- el aislamiento y la fragmentación en la que se encontraba el arte. En su manifiesto "Arquitectura Emocional" cuestiona la adhesión incondicional al funcionalismo y al pragmatismo, y la proliferación de una arquitectura masificada e indiferente.  Para Goeritz, la arquitectura debía de ser capaz de despertar la emoción.  El Eco se presenta además como obra de arte total, un experimento de casa-taller para artistas donde éstos podrían confrontarse con el público. En el museo participaron Rufino Tamayo, Carlos Mérida, José Luis Cuevas, Luis Buñuel, Henry Moore y Merce Cunningham entre otros. 

 

El conjunto de trabajos incluidos en la exposición nos muestra la visión del arte emotivo, lúdico y experimental que proponía Goeritz. De aquí se desprenden las bases de la "arquitectura emocional" que fundamentarían el resto de su obra constructiva tanto escultórica como arquitectónica, dos ámbitos que en su caso se mezclan mediante obras monumentales de difícil clasificación.  Goeritz tuvo un papel destacado en tanto transgresor de los límites entre las diferentes artes, y sobre todo entre las artes y la vida, desde una actitud que después, en los años sesenta y setenta, vería su auge.  La exposición que presenta La Caja Negra es una excelente oportunidad para acercarse a la complejidad de la obra de Goeritz y la situación privilegiada que tiene dentro de la historia del arte del siglo XX.